domingo, 24 de diciembre de 2017

Hoy, 24.

Escribo, escribo y acaso no le encuentro el sentido,
pero pasan los segundos y yo
me deshago.
Decidió partir pensando que así podría ganar pero
ahora se agotó y brilla falsamente.
Allí donde sus pies prometieron no volver a caminar, su corazón le pide otra oportunidad para marchar, olvidar
y de nuevo comenzar.
Aunque claro, aún no han pasado tres otoños pero no puedo evitar echarte de menos. O el echarme de menos a mi cuando era feliz contigo.
Perdí el sueño y se fue también a buscarte,
pese a que ahora yaces en otra cama y con otro amor que no se parece en nada a mis letras.
Las gafas, la vida del revés pero
la pluma a mi merced.
Despilfarro tinta, y me escondo cada vez más... ¿en mi?
No, en mi no porque no sé quién soy ni a dónde voy.
Escribo, escribo y acaso jamás le encontraré el sentido,
Pero tú despierta, que hoy es vuestro día,
que hoy me muero un poquito más.

                                                     Collie.

24/12/2017.
02:22 a.m.

martes, 13 de junio de 2017

Libertad.

Escuecen en la piel las espesas olas del océano que con su palpito dudoso vienen y van.
Cada movimiento de la marea trae consigo un arsenal de recuerdos que se clavan hondo en las profundidades del mar intenso, allá donde solamente las almas perdidas y meditabundas logran adentrarse.

''Me volví loco cuando con sus manos clavó en mi espalda las espinas de cada rosa que le sembré''.

''Por cada luna, un nuevo verso de mi interior nacía, 206 poemarios y un juramento sin fecha de caducidad le ofrecí''.

''Ahora me ahogo en estas angustiosas aguas ausentes de calor, sigo sin recordar quién soy, a dónde voy, si moriré o lograré escapar''.

''Me encuentro condenado y atado, el peso de la consciencia es más fuerte que cualquier canto de sirena''.

''No importa cuántas veces de dolor me retuerza, nadie podrá devolverme el tiempo perdido, ni siquiera tenerte a mi lado de nuevo''.

Nace de la inmensidad del abismo un furor que se extiende por toda la infinidad del océano, y aunque ya no retumba con la misma intensidad de antes, su acometedor ajetreo torna cada imagen olvidada.

''Su recuerdo me atormenta noche a noche, si por lo menos supiera quién eres y qué hiciste conmigo. Algo muere dentro de mi cada vez que respiro''.

''Al fin, este será el final de mi prolongado naufragio.  No existe mayor tormento para un hombre que no recordar ni tan siquiera el rostro de aquello que lo hizo temblar de placer.
En mis manos, se hallan escritos con tinta perenne aquel nombre y dirección que en su búsqueda un nuevo camino emprenderé:


Esta mujer se hace llamar libertad y hasta el fin del mundo la seguiré''.








Trece de junio del diecisiete.
03:58 a.m.
Collie.

Capítulo 26.

Ya ni recuerdo con claridad la última vez que mis manos sintieron calidez.
La pintura vieja y desgastada de la pared evocan vestigios de un tiempo pasado que fue mejor, menos caótico, más feliz.
El ruido frenético de la ciudad retumba en la penumbra de mi habitación, acaricio con la punta de mis pies el frío intenso que emana el suelo, apoderándose de mi un ligero temblor.
Fuera, el mundo continúa en un sin sentido vaivén, las personas corren presurosas hacia un trabajo que se convirtió en el usurpador de sus sueños más deseados.
Por el contrario, con mis dedos recorro cada palabra escrita  en este pequeño libro, siendo este la única prueba que tengo de que tú, al igual que yo, sigues pensando en mí.
Capítulo veintiséis:
“Pero nunca podré olvidar aquel misterioso torbellino de dudas y caos que es su persona, no importa cuántas veces la calma regrese a mi vida desde que su presencia se difuminó, su recuerdo siempre acompañará cada segundo de mi existencia”.
Fin.

#Microlibro

domingo, 23 de abril de 2017

Mentira.

Mentira.
Todo sigue tan caótico como en un principio.
Perdí la cuenta de las gotas que esta noche cayeron en mi piel.
El frío me arropa, y el viento mece en una dirección distinta a la mía.
El mundo sigue girando y la cabeza me da vueltas.
Mentira.
No existe cura para la melancolía.
Y me encuentro rota y sin energía en una esquina que empieza a arder.
Me olvidé de caminar... ¿cómo era?
¿Un paso hacia delante o un paso hacia atrás?
Todo es tan vago en este momento que parece que mi existencia se pudiera borrar.
Pero todo es mentira.
Y estoy calada hasta los huesos.
¿Vendrás a rescatarme esta noche o debo buscar otro lugar?
Vamos, volemos hacia la eternidad.
Cansada de la crueldad de esta soledad...
Fumo para poderme reconfortar.
Es inútil.
Ni diez mil cigarrillos podrían hacerme sentir mejor.
Ni siquiera verte de nuevo me haría cambiar de opinión.
Parece que me estoy quedando vacía.
Parece porque es mentira.




24.04.2017
00|26 a.m.
Collie.

sábado, 18 de marzo de 2017

Existencia utópica.

¿Existirá algún día aquel lugar idílico donde todo recuerdo tormentoso pueda ser eliminado, donde sudores fríos no nos arropen cada noche...?
¿Dejará mi cuerpo de estremecerse ante el peso de una conciencia que no sabe de olvidos, ni de hacer las paces con su pasado...?
Quisiera salir corriendo y desaparecer, liberarme de llantos amargos y taquicardias que abruman mi corazón.
Quisiera ser tan liviana como ese pajarillo que solo es consciente de su propio aleteo... y poder esconderme en algún rincón lejos del peso de esta sociedad que tan mal corrompe el espíritu.
¿Dónde está lo que merezco?
¿Dónde se halla mi alivio?
A cara y cruz me encuentro con mi persona.
Sé que esto que tanto me altera hoy, es la esencia de lo que soy y no puedo dejar de ser.
A cada pensamiento reflexivo me invade con el una sensación de perdición y de profunda tristeza.
Paso por paso voy dibujando mi esquela.
¿Para qué vivir? -susurran esas voces que todavía no han desaparecido-.
¿No son las personas una masa detestable de arrogancia e hipocresía,
de enfermedad y esclavitud?
¿Para qué vivir entonces si del sufrimiento nunca lograremos salir...
si nunca será justo para todos, ni los que lo merecen podrán ser feliz?
Pero... ¿existe acaso esa felicidad que tanto anhelamos?
¿No es tan solo otra sombra idílica de lo que quisieramos lograr?
No sé, pero morir en tus brazos me haría recuperar aquella paz que me fue arrebatada en el preciso momento en el que nací.





(Y ante la suavidad de aquella última caricia: supe que mi lugar idílico siempre sería al lado de mamá).

Collie.
17.03.2017

lunes, 27 de febrero de 2017

Abandono sin matiz.

Furia irreprimible que no cesa, rayo que deprisa huye de la oscuridad que lo corroe y por un momento logra brillar e iluminar el firmamento.
Así como tus palabras golpearon este corazón hasta apagar su furor, así como el calor de tus manos abandonaron lo insaciable de mi piel, de la misma manera feroz y cobarde en la que decides no volver, de la misma manera prometo que te olvidaré.
Escribiré incansablemente hasta que mis dedos aprendan a tocar sin querer, y entonces del fondo del ayer yo me levantaré y recitaré cada pena que a la luna llorando conté.
Del mar y sus proezas solo quedan sombras que fugaces borraron cada huella que su camino echó a perder, dos amantes enloquecidos que no supieron aprender a querer sin doler y ambos poco a poco mataron todo su ser.

Pero el beber hasta el amanecer terminará por desaparecer, porque aunque hoy las heridas de mi cuerpo abiertas todavía quieren permanecer, hago acoplo de todo mi valor para poder decirte el día de mañana, que por fin olvidarte logré.




Veintisiete de febrero del diecisiete.

11|11 p.m.
Collie. 
*Titulo con la colaboración especial de Daniel Castañeda. 

jueves, 8 de diciembre de 2016

Atenea.

Tenía lágrimas grabadas para toda la eternidad en su rostro,
se agotaron con cada pétalo caído los propósitos para luchar por una vieja ilusión que más que amor, se trataba de un espejismo.
Rompió todos sus lápices con los cuales vaciaba el alma de todas sus soledades y hasta quemó cada uno de sus escritos, prueba de aquella acuciante necesidad de inmortalizar cada sentimiento en bella prosa. Pero ninguno de estos intentos por liberarse de la ansiedad de la que era presa cada noche, fueron suficientes para borrar la huella de aquel tormentoso amor que la seguía a cualquier lugar donde sus pensamientos pudieran alzarse y volar.
La voz de aquella última esperanza que se desvaneció, se clavaba en forma de espinas en su débil cuerpo, sangrando así hasta el último resquicio de felicidad que algún día pudo sentir.
Decidió pasar sus últimos días de delirio sin otra compañía que no fuera el golpeteo de las olas del mar contra aquellas rocas con las que tantas veces había tropezado.
Se dejó mecer por el suave movimiento del viento golpeándole la piel y poco a poco sus deseos fueron cayendo uno a uno al compás de una respiración cada vez más arrítmica.
Llegó pues, el momento exacto en el que su último suspiro se enredó con el canto fúnebre de la marea, y así comprendió que, las cosas del corazón no tienen fin y algunos recuerdos quedan tan tatuados en nuestra alma que ni la seguridad de la muerte es capaz de borrarlos.

                Ocho de diciembre del dieciséis.
                                  

                                                  01 | 02 a.m.

                                                      Collie.