sábado, 29 de noviembre de 2014

Rosse.

Creo que mi vida ya ha estado suficientemente llena de frialdad como para convivir con personas más frías aún.
Mi mente me va a llevar a una catástrofe final y no habrá dios que lo impida.
Me matan las ganas de saber qué es lo qué pasa conmigo, qué es lo que tengo que hace que me comporte de esta manera sin poder controlarlo.
Mis múltiples personalidades, mis infinitas emociones cambiando cada minuto... esta maldita locura.
Sé que apenas este es el principio del infierno, que sobrevivo gracias al poco autocontrol que me tengo, no quiero imaginarme que pasará conmigo cuando Rosse consiga tomar las riendas de mi vida por completo.
No sé de qué manera lograr que entiendan que estoy mal y necesito de su ayuda, que no quiero seguir conviviendo con esta máscara que lentamente me está matando, que no quiero seguir ocultando lo que verdaderamente soy, que es morir o salvarme de una vez por todas.
A la vez la culpa me carcome, no tengo derecho a estar así, no tengo motivos, no hay una causa que justifique este estado vegetativo en el que me hayo, joder, que quiero salvarme pero tengo miedo de que conozcan a mi demonio, tengo miedo de que la descubran.
Una gran contradicción, como todo en mi vida.
Lo siento, no es mi intención haceros daño, de verdad lo siento, por eso me mataré poco a poco hasta desaparecer, hasta no ser más que huesos y polvo, hasta ser libre, siendo aire.
Me entregaré a Rosse y a sus espinas, ella me ayudará en mi camino hacia la autodestrucción.
No quiero seguir colgando de este hilo de inestabilidad.
No quiero seguir viviendo.

Veintinueve de noviembre del catorce.
Collie.