sábado, 26 de marzo de 2016

L'amore di una stella.

Cuando llega, lo hace sin avisar, sin pedir permiso.
Hace de tu vida un caos, te despeina el alma y desata tus zapatos . 
Cuando llega, no importa edad, altura ni lugar que lo pueda detener.
Te atrapa con tal magnitud, que es imposible salir ileso de sus brazos.
Por sólo un minuto de su compañía, traicionarías hasta a la propia Luna.
Y es que no existe brillo que pueda igualar el de su sonrisa, ni el de mi mirada cuando distraído lo observo.
¿Alguna vez han estado a tan grande altura, que al mirar abajo sienten un vacío en el pecho, el corazón late con fuerza y tus manos tiemblan sin poder controlarlas pero aun así no puedes apartar la vista porque tus ganas de dejarte caer ante tal maravilla son más fuertes que las de continuar un día más respirando este insípido aire, esta insípida vida?
Pues el mismo vértigo siento yo cuando sus besos me faltan, cuando lentamente separa sus manos de mi cuerpo y me susurra al oído:
«Cariño, somos jóvenes, el universo es nuestro. Pero yo me iré, y otra estrella tendrá que acompañarte».
Que te digan mis ojeras cuantas noches pasé en vela escuchando el versátil sonido de su respiración, contando cada uno de sus suspiros... Observé cómo sus pestañas se mecían, mientras dormido murmuraba historias en otro idioma que jamás podré comprender.
Recorrí cada uno de sus lunares, juntos formaban pequeñas galaxias que yo deseaba explorar, descubrir, reivindicar.
Llegué a la comisura de sus labios y exclamé: «¡Poesía, no quiero pasar otro día en el que tu voz no sea mi aliento para seguir caminado por otra utopía!»
Y es que cuando llega, desestabiliza todos tus sentidos, Locura se hace llamar Cuerda.
Cuando llega, puede hacer de ti la más espléndida melodía o la desdicha sin ton ni son que carece de armonía. Cuando llega, suelen llamarle:
Amor.


Veintiséis de marzo del dieciséis.

00 | 30 a.m.

Collie.