Furia irreprimible que no cesa, rayo que deprisa huye de la
oscuridad que lo corroe y por un momento logra brillar e iluminar el
firmamento.
Así como tus palabras golpearon este corazón hasta apagar su
furor, así como el calor de tus manos abandonaron lo insaciable de mi piel, de
la misma manera feroz y cobarde en la que decides no volver, de la misma manera
prometo que te olvidaré.
Escribiré incansablemente hasta que mis dedos aprendan a
tocar sin querer, y entonces del fondo del ayer yo me levantaré y recitaré cada
pena que a la luna llorando conté.
Del mar y sus proezas solo quedan sombras que fugaces
borraron cada huella que su camino echó a perder, dos amantes enloquecidos que
no supieron aprender a querer sin doler y ambos poco a poco mataron todo su
ser.
Pero el beber hasta el amanecer terminará por desaparecer,
porque aunque hoy las heridas de mi cuerpo abiertas todavía quieren permanecer,
hago acoplo de todo mi valor para poder decirte el día de mañana, que por fin
olvidarte logré.
Veintisiete de febrero del diecisiete.
11|11 p.m.
Collie.
*Titulo con la colaboración especial de Daniel Castañeda.